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Respetado ambientalista y científico peruano lidera la instalación de contenedores ecológicos, en forma de pez, en las playas. Perú21 conversó con Marino Morikawa.

 

Le dicen “chino”, pero se siente “serrano”. Su madre es japonesa y le enseñó a ser agradecido. “Siente agradecimiento por las oportunidades que te dan”, le dice. Su padre fue peruano y le enseñó a amar la tierra. “Hay que saludar a la Pachamama, agradecer por el alimento y saber despedirse de ella. Pero sobre todo pedir perdón por haberse olvidado de esas tres cosas”, le recordaba constantemente. Hasta el día de hoy guarda en su memoria el sabor del agua de un glacial que su padre le hizo probar. No ha probado un agua tan deliciosa. Ahí nació un pequeño amor.

Con esa formación de casa, Marino Morikawa partió al Japón. Estuvo 11 años estudiando y ahí se gestó el científico y ambientalista que, sin pretenderlo, está cambiando el mundo, lo que partió de una promesa a su hermana que falleció hace cuatro años. Resucitó en 15 días, con ayuda de la nanotecnología, el humedal El Cascajo en Chancay, que todos daban por perdido. Y ahora está enfocado en el lago Titicaca, la laguna de Huacachina, en la minería y la gastronomía ecosostenible.

 

Llego al bulevar de La Punta y en la playa, sobre las piedras, nos espera Marino. Está acompañado de un pez gigante del tamaño de una combi y que tiene la boca abierta. Un pez hecho de productos biodegradables y que recibe la basura de los veraneantes. Divertida y creativa iniciativa que es parte de su más reciente proyecto: el Reto 15 Playas, que consiste en colocar contenedores ecológicos. Idea que se originó al ver cómo en la playa Agua Dulce la misma policía de salvataje recogía la basura. “Al botar tu basura al mar, algún animal se la va a comer. En vez de que se lo coma el pez, mejor que se lo coma este pez. No botes tu basura pes, sé limpio pes y no jodas pes”, me dice y nos reímos al mismo tiempo, sentados frente a esas aguas y su maravillosa inmensidad.

¿Por qué botamos la basura en la calle?
Es un problema de educación en casa y en los colegios. Si desde niño se educa de una manera didáctica y bajo la idea de que la basura en sí no es basura sino que se puede reutilizar y sacar un provecho, cambiaría totalmente la mentalidad. 

Al ser basura no tiene valor, entonces me desprendo de eso, pero no al no serlo, busco la manera de conservarlo. 
Exactamente. Tal cual: conservar, que pasa a ser protección del medio ambiente. He tenido la suerte de estar en varios lugares donde aprecian la basura. Uno de ellos es Japón, por ejemplo. Ahí está la cultura que desde niños tienen que aprender a limpiar y ser ordenados, que no es solo una obligación sino se inicia ahí el respeto por el lugar donde vas a pisar y estar. Imagínate cambiar a la cultura del respeto a la basura. Yo le he agarrado cariño a la basura. Para mí, la basura es oro. 

¿Qué no estamos valorando de la basura? 
La basura se convierte en diferentes cosas. De la parte orgánica se puede sacar productos, desde energías como gas metano y abono orgánico. El residuo orgánico se trata como alimento para los cerdos. Incluso, se lo dan a los grillos, que se convierte en alimento, por ejemplo, para los peces. En la parte inorgánica, las botellas y plásticos, los podemos convertir en combustible. En el caso de la chapas de plástico, se pueden hacer sillas, mesas, adornos. Los mismos celulares en muchos países son desarmados y sacan la concentración de oro. 

¿Cómo se puede generar conciencia de que la basura tiene un valor? 
No se trata de convencer. Vayamos por la parte natural. Hacer campañas de limpieza es bueno, pero es un post. ¿Por qué no vamos al pre? Por ejemplo, nosotros entregamos a cada bañista una bolsa de papel. No le decimos “limpia”. 

No lo sancionas. 
Así es. Le decimos “necesitamos tu cooperación”. Acá en La Punta hemos entregado más de 200 bolsas y al comienzo fue medio raro: “¿qué me vas vender?”, decían. Pero luego lo aceptaron con alegría. El contenedor se llenaba y por los datos que nos enviaron las autoridades municipales, se ha reducido hasta en un 40% la basura en la playa. Pero acá hay un tema muy importante: separar la basura. Al hacerlo estamos reduciendo hasta un 70% la contaminación de los residuos orgánicos. Pero si en la misma casa no lo hacemos, con qué derecho vamos a pedir que en la calle se separe la basura. 

En la playa tenemos este contenedor. ¿Pero y qué hacemos en la calle, cuando una persona bota su cáscara de plátano? 
Si alguien bota algo, te acercas y le dices: “oye, se te olvidó algo, mi hermano”. 

¿Te ha pasado? 
Lo he hecho varias veces, me han insultado, pero otras personas se sienten con roche. “Oye, si gustas, allá hay un tacho, pero no te preocupes, lo voy a botar por ti”, dije. Los peruanos nos hemos acostumbrado que con el castigo se aprende. ¿Pero por qué no aprendemos con elogios? Y a los niños les gusta eso. 

Más allá de que has estudiado para todo esto, ¿por qué lo haces?
Unas personas me dijeron, eres un tonto por qué has regresado a Perú. Estuve buen tiempo en Japón, tenía un muy buen trabajo, pero retornaba constantemente al Perú para ver el tema del Titicaca hasta que encontré la fórmula para aportar a mi país}. Entonces, era momento de volver. Lo que yo hago no es una obligación, pero sí tengo un deber y promesa. Mi deber es que el Perú mejore mientras yo esté vivo. 

¿Y promesa por qué? 
Es una promesa con mi hermana y con mi padre, que en paz descansen. Cuando pasó lo del humedal de Chancay, obtuvimos los resultados que esperamos: que regresara la biodiversidad, que volvieran las aves, es el mejor regalo que un ambientalista puede recibir. “Si has podido recuperar algo que todas las personas tomaban como imposible, ¿no has pensado recuperar el Perú?”, me dijo mi hermana con su inocencia y voz angelical. Ella fue abogada y luego mi socia. Le respondí que si tenemos ese cariño, hagámoslo. Y también me recordó que esa fue crianza de nuestros padres. 

Además, tu madre es japonesa. ¿Qué te enseñó el Japón? 
Me brindaron la oportunidad de conocer diferentes tipos de tecnologías, hacer e inventar tecnología adecuada a cada lugar. No significa que soy inteligente. Me he convertido en una persona bien curiosa. A mis alumnos les digo: no se estresen estudiando. Hay que ser curiosos, chismosos del bien. Como decía Leono de los Thundercats: mira más allá de lo evidente. Un profesor nos hacía ese ejemplo y sacaba una manzana. “Qué ven acá?”, preguntaba. Una manzana, respondíamos. “¿De qué color es?”. Rojo. Y decía: “ya, están viendo lo evidente, pero qué tiene internamente”. Por qué por dentro es blanco, por qué es dulce, por qué es la coloración, qué tiene que ver la radiación solar. De una manzana aprendías. 

Y es lo que hablamos al comienzo: ver más allá de lo evidente en la basura. 
Así es, que la basura no es un desperdicio. 

¿Cómo están los hábitats naturales en el Perú? 
Tenemos más del 80% de los hábitats naturales en estado contaminante. Contaminación significa que entra un componente que no pertenece al lugar. Así sea 1%. Una pila triple A la metes en una piscina y en menos de una semana se contaminó. 

¿Huacachina y Titicaca, que son parte de tus proyectos a recuperar, cómo están? 
Trabajamos en eso. Ahora estamos en proyectos mineros. Es un problema muy grande. 

Es el gran conflicto del Perú: nos debatimos entre la riqueza minera que tenemos y el daño al medio ambiente. 
Tenemos hasta 300 años de explotación minera. Somos un país demasiado rico. Y hemos dado diversas alternativas a diferentes mineras. La minería es un recurso, así como la agricultura y la pesca. Obviamente, si hay una sobreexplotación de cada cosa, está mal. Si hay una explotación adecuada, es un ciclo de vivencia. Y esa economía se debe usar hacia un bien y que no haya malversaciones de fondo. Pero está cambiando. 

Sin embargo, me comentas que tu trabajo en la minería ha tenido una reacción negativa. 
La reacción negativa se volvió positiva. Porque de las aguas ácidas, hemos hecho un programa de agricultura. 

¿Y sobre las amenazas que has recibido de los ilegales? 
Me he vuelto una persona masoquista. Si no tengo eso, no le encuentro el gusto. Si vienen por mí, no tengo ningún problema, pero que me hagan daño a mí, más no a mi equipo de trabajo. Siempre habrá mafias, pero las personas cambian. Cuando empecé lo de El Cascajo, delincuentes se convirtieron en mis aliados y trabajaron conmigo y ahora tienen un trabajo formal. Para nosotros no existe lo imposible. Nuestra diversión y el mejor pago es aprender día a día. Y se viene con fuerza el cambio de la minería, ya no habrá la contaminación que genera. Trabajo en eso y lo vamos a demostrar. 

En el siglo pasado queríamos cambiar el mundo con grandes revoluciones. ¿Hoy cómo podemos hacerlo? 
Siendo un verdadero peruano. Recuperar la frase vales un Perú. Que las cosas no las hagas por obligación sino con cariño. El Perú es un lugar fabuloso, de oportunidades infinitas. Aún no hemos explotado ni siquiera el 30% de las capacidades que tenemos. 

¿Sientes que estás cambiando el mundo? 
(Se pone serio y le cambia la voz). No, yo no lo estoy haciendo. El mundo está cambiando gracias a las personas que hay alrededor. Lo único que hacemos es hacer las cosas de una forma diferente. 

 
Marino Morikawa

AUTOFICHA:
“Tengo 41 años. Estudié en Perú y Japón. Allá seguí Ciencias Ambientales, una maestría en Biosistemas y Energías Renovables, doctorado en Bioindustrias, Tratamiento de Aguas Residuales y Diseño de Plantas de Tratamiento y mi posdoctorado fue sobre convertir un área desértica y árida en verde o cultivable”. 

“Mi hermana falleció hace cuatro años y mi padre en 2018. Ella tuvo cáncer. Pero ya está descubierto que el cáncer se puede curar. Hay que cambiar el chip de la costumbre de la medicina tradicional. Hay diferentes tratamientos tecnológicos y nanotecnológicos”. 

“El Reto 15 Playas busca llegar a 15 contenedores en este verano. También haremos contenedores unipersonales, por ejemplo, con un oso de anteojos. Alistamos el Titicaca y en Huacachina ya me encantaría entrar. Y se vienen con fuerza los restaurantes ecosostenibles, será una revolución grande”. 

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