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Los programas de desarrollo productivo y la infraestructura son cada vez más necesarios para reducir la pobreza que subsiste en el Perú.

 

La pobreza monetaria se redujo en 0.96 puntos porcentuales a 21.8% en el 2015, el menor ritmo en doce años. La tasa es cuatro veces menor a la reducción anual promedio entre el 2005 y el 2014 (3.7 puntos porcentuales), y menos de la mitad que la reducción anual promedio entre el 2010 y el 2014 (2.2 puntos porcentuales). ¿Por qué la pobreza, que ha caído casi 40 puntos porcentuales desde el 2004, es cada vez más difícil reducir?

 

Si bien el bajo crecimiento económico del país es una razón –en el 2011, cuando la economía creció 6.5%, la pobreza cayó 3 puntos porcentuales–, no es el único. De hecho, la reducción de la pobreza fue mayor en el 2014 (1.2 puntos), pese a que la economía creció a una menor tasa (2.4%).

Crecientes dificultades

La menor tasa del 2015 se explica por varios factores. En primer lugar, conforme el nivel de pobreza en el país se acerca al 20%, las características de pobreza de las personas —esencialmente, la productividad— tienen un carácter más estructural y, por lo tanto, es más difícil incidir en su reducción. “Cada vez se necesita un esquema más complejo para sacar a los pobres de esa condición”, señala Carolina Trivelli, especialista en temas de pobreza y exministra del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis). Si bien el crecimiento económico fue clave la fuerte reducción de la pobreza en la última década (40 puntos porcentuales) y continuará siendo importante, contribuye cada vez menos a la disminución y no es suficiente por sí mismo para atacar el ‘núcleo más duro’ de la pobreza.

 

El gráfico siguiente muestra esta problemática. La “incidencia” (el porcentaje de personas pobres en el país) ha caído fuertemente, desde casi 60% en el 2004 hasta un nivel cercano al 20% en el 2015. Sin embargo, la brecha de pobreza –la diferencia promedio entre el consumo de los pobres del país y la línea de pobreza– se reduce a un ritmo cada vez menor (ver indicador “brecha” en el gráfico). Ello debido a las mayores dificultades para que el segmento más pobre de la población (el ‘núcleo duro’) deje esta condición.

Salir de la vulnerabilidad

La lucha contra la pobreza no termina ahí. Se requiere también la consolidación de la clase media, especialmente de aquellos que han dejado la pobreza y aún son vulnerables a recaer en ella. Tras superar la situación de pobreza, las familias necesitan adquirir activos productivos y actividades típicas de la clase media: vivienda, educación, un negocio. “En los últimos quince años los programas orientados a consolidar la clase media han sido MiVivienda [el programa de subsidios a la vivienda] y Crédito Estudiantil. Se necesitan más programas así para hacer más sólida a la clase media”, concluye la exministra Trivelli.

Muchos hogares, tanto en el área rural como en la urbana, caen de nuevo en la pobreza debido a la inestabilidad de sus ingresos, afirma Javier Herrera. En el área rural, los agricultores se enfrentan a numerosos situaciones adversas, mientras que en la ciudad el 60% de los trabajadores son informales y autoempleados, y se enfrentan a una alta tasa de mortalidad de las microempresas. ¿Qué hacer? “Aquí no solamente bastan los programas de protección, sino también los de aseguramiento, como el acceso al microcrédito o a un seguro de salud de calidad”, opina Herrera.

Para reducir esta vulnerabilidad Herrera recomienda que el Estado brinde mejores servicios públicos, sobre todo en salud y educación. “El acceso a agua potable todavía sigue siendo muy baja en las zonas rurales, por ejemplo. Y ésto está estrechamente ligado con la morbilidad y desnutrición de los niños”, explica.

Mejorar los servicios públicos supone una enorme dificultad para el Estado, pues está asociado a una reforma mayor y estructural: la modernización del sector público. Ésta implica articular a las diferentes entidades estatales para brindar un servicio más efectivo a la población. Los obstáculos al avance de Servir revelan estas dificultades.

 

Sin embargo, de no hacerlo, el trabajo hecho hasta la fecha quedará truncado y la pobreza se estabilizará alrededor de 20%. Esta situación sería análoga a la ‘trampa de ingresos medios’ en la que muchos países emergentes se estancan tras un periodo de rápido crecimiento económico.

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