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Desde hace más de tres años está en debate la propuesta de crear un área protegida en el mar de Piura y Tumbes, un proceso que ha implicado a diversos actores: pescadores, científicos, empresarios, autoridades nacionales y regionales, políticos y personalidades. No hay duda sobre la necesidad de proteger este patrimonio natural; por eso, el Ministerio del Ambiente anunció la creación de la Reserva Mar Tropical de Grau para el primer trimestre del 2019. Ante lo cual, el gremio petrolero señaló que la titular del sector estaba un poquito desubicada.

 

Este es un ejemplo del por qué el Perú solo ha protegido el 0.4% de su mar, a diferencia de las áreas naturales protegidas en tierra que conforman el 17% del territorio nacional. Estamos muy lejos de la meta a la que nos hemos comprometido ante la ONU a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Convenio de Diversidad Biológica: proteger el 10% del mar peruano al 2020.

Esta no es una meta fácil de cumplir, no por falta de zonas importantes para la conservación de la diversidad marina, sino por intereses económicos. En el caso del Mar Tropical de Grau, la propuesta cubre menos del 0.1% del mar territorial peruano y respetará los derechos preexistentes, a la vez que conservará la diversidad biológica, diversificará la economía de la zona y ayudará a combatir la pesca ilegal.

Sin embargo, y pese a que los pescadores artesanales locales respaldan la propuesta, el año pasado entregaron más de 100 mil firmas al Ejecutivo apoyando el establecimiento de esta área protegida; aún está en lista de espera.

El Perú ha sido muy riguroso en reportar las áreas que deben ser contabilizadas para esta meta, ya que considera solo aquellas registradas en el Sistema Natural de Áreas Naturales Protegidas del Perú (Sinanpe). Por ende, son perennes y dedicadas íntegramente a la conservación del patrimonio natural del país, con una gestión integral de los recursos y actividades económicas que en ellas se realizan.

Las áreas marinas protegidas son una estrategia importante para la conservación de los hábitats y especies, y sus beneficios pueden ser mayores aún: contribuyen a la reducción la pobreza, la creación de empleos y la seguridad alimentaria. Además, en áreas bien gestionadas se pueden encontrar entre 3.5 y 7 veces más peces que en áreas no protegidas.

Un ejemplo es la Reserva Nacional de Paracas, donde las zonas más importantes para la pesca artesanal se encuentran dentro del área protegida y el potencial económico del turismo es de casi 700 millones de soles proyectados al 2021.

Las áreas protegidas peruanas en el ámbito marino costero han demostrado su importancia en la conservación de la biodiversidad, pero también un rol significativo en la pesca y el turismo, actividades clave para el desarrollo del país.

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