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Sin protección estatal, el shihuahuaco, un árbol que tarda cientos de años en crecer, se encuentra en Peligro Crítico en el Perú: en 15 años, 309 955 de ellos han caído ante las motosierras. En otros 10 años, podría desaparecer de los bosques de dos regiones.

 

Lo primero que inspira un árbol como el shihuahuaco es respeto. Para alcanzar los 40 metros de altura y el metro y medio de diámetro al que puede llegar han tenido que transcurrir por lo menos mil años. Un milenio en el que, para crecer, ha competido por nutrientes con otros árboles y otras especies de flora, además de evadir la depredación humana.

Ese crecimiento lento, propio de las maderas más duras del bosque, ha permitido que cada ejemplar pueda atrapar hasta 40 toneladas de carbono. Si se considera que en promedio solo una hectárea de bosque conserva 130 toneladas, uno se da cuenta de su importancia en el equilibrio climático. Una importancia similar tiene para el águila arpía y la crestada, dos especies consideradas vulnerables en el Perú, que aprovechan la copa emergente del shihuahuaco y el ángulo que forman sus ramas para construir nidos que serán reutilizados en otras temporadas.

 

Lo primero que inspira un árbol como el shihuahuaco es respeto. Para alcanzar los 40 metros de altura y el metro y medio de diámetro al que puede llegar han tenido que transcurrir por lo menos mil años. Un milenio en el que, para crecer, ha competido por nutrientes con otros árboles y otras especies de flora, además de evadir la depredación humana.

Ese crecimiento lento, propio de las maderas más duras del bosque, ha permitido que cada ejemplar pueda atrapar hasta 40 toneladas de carbono. Si se considera que en promedio solo una hectárea de bosque conserva 130 toneladas, uno se da cuenta de su importancia en el equilibrio climático. Una importancia similar tiene para el águila arpía y la crestada, dos especies consideradas vulnerables en el Perú, que aprovechan la copa emergente del shihuahuaco y el ángulo que forman sus ramas para construir nidos que serán reutilizados en otras temporadas.

 

La dureza del shihuahuaco fue vista también con interés, desde hace décadas, por los fabricantes de pisos y estructuras dentro de la industria legal e ilegal de la madera. En unas pocas jornadas de trabajo, derriban mil años de vida, aunque no suelen esperar tanto para traerse abajo al shihuahuaco que cae en medio del rugido de las motosierras, que no paran hasta verlo convertido en una ruma gigante de tablillas para parquet.

El número de shihuahuacos que se han tumbado en los últimos años son innumerables. Para tener una idea, un estudio reciente elaborado por un grupo de científicos para el Servicio Nacional Forestal de Flora y Fauna Silvestre (Serfor) estimó que en un período de 10 años se extrajeron en promedio 74 shihuahuacos por día. Basta hacer un simple cálculo para saber que se trata de una cifra que superaría los 250 mil árboles talados.

Datos como este han encendido las alertas de la comunidad científica, pero no es suficiente. El shihuahuaco no figura hasta ahora en la lista de especies de flora silvestre categorizadas como amenazadas, lista que debió actualizarse hace cuatro años. Y un nuevo informe obtenido por Mongabay Latam confirma, además, que la especie está en Peligro Crítico y advierte que de mantenerse el ritmo de extracción actual, podría desaparecer en los próximos diez años por lo menos en dos regiones del país.

La lista inconclusa
El shihuahuaco es conocido en el Perú a través de dos especies: el Dipteryx micrantha y el Dipteryx charapilla, en menor cantidad. No existe un inventario oficial que indique cuál es la distribución del shihuahuaco en el Perú, sin embargo, en el 2013, el Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales (Osinfor) estableció a través de un modelamiento o proyección que este árbol crece en Loreto, Ucayali, Madre de Dios, San Martín, Huánuco, Pasco y Junín.

El escaso conocimiento que existe sobre esta especie, paralelo al auge de su extracción y exportación, sobre todo a China, fueron las razones por las que el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) convocó a 99 científicos peruanos para actualizar, en el 2015, la Lista de clasificación oficial de especies de flora silvestre categorizadas como amenazadas.

Este grupo concluyó que 705 especies de flora silvestre debían figurar en la lista, entre ellas el shihuahuaco. El paso siguiente era la publicación oficial de este documento, tomando en cuenta que la Ley Forestal y de Fauna Silvestre señala que la lista debe actualizarse cada cuatro años. Hay que considerar que la última vez que se publicó fue en el 2006, es decir, doce años atrás.

El biólogo Mirbel Epiquién ocupaba en ese momento el cargo de director de Gestión Sostenible del Patrimonio Forestal y de Fauna Silvestre en Serfor. El ex funcionario confirmó en una entrevista con Mongabay Latam que tanto la convocatoria de los científicos como la metodología para clasificar el nivel de amenaza de las especies de flora silvestre se determinaron en Serfor. Agregó que, además de usar las categorías de la UICN, añadieron variables de cambio climático y comercio de las especies, entre otras.

Los científicos concluyeron que 61 especies debían figurar en la categoría de Peligro Crítico, 87 En Peligro, 239 en estado Vulnerable, 256 como Casi Amenazadas y 62 bajo la clasificación de Datos Insuficientes. En la lista se incluyeron en total 124 especies de árboles, dentro de ellas el shihuahuaco, por la amenaza de la “presión comercial”.

“Para llegar a ese punto pasamos por varias reuniones de socialización de la data y se envió la información al ministerio de Agricultura en junio del 2016”, dijo Epiquién. Tres meses más tarde, se prepublicó la lista -a través de la Resolución Ministerial N°0505-2016-MINAGRI- junto con el proyecto de decreto supremo que la aprobaría. El objetivo era recibir opiniones y sugerencias en un plazo de veinte días hábiles.

Dos años después, la lista sigue sin publicarse. ¿Que impidió su oficialización?
Buscamos al actual director de Gestión Sostenible del Patrimonio Forestal del Serfor, Alonso Rizo-Patrón, para intentar responder esta pregunta, pero prefirió hacerlo por correo electrónico.
El funcionario le dijo a Mongabay Latam que “en el 2016 se vio la necesidad de recabar mayor información que respalde la lista publicada y, desde entonces, el Serfor ha estado abocado a este trabajo, con el fin que la categorización sea la más acertada”.

Rizo-Patrón justificó la demora señalando que el acceso a la información les demandó un “mayor tiempo del deseado” y añadió que hasta ahora siguen consultando fuentes bibliográficas y opiniones de expertos. “Confiamos que en el segundo semestre de este año podremos culminar con este proceso”, sentenció.

En el camino, un grupo de 75 científicos peruanos le exigió al Gobierno, a través de una carta enviada al Ministerio de Agricultura, que cumpla con la actualización y publicación de la lista de clasificación de especies de flora silvestre categorizadas como amenazadas. Además, expresó su preocupación por el shihuahuaco y solicitó que se asegure la conservación de esta especie. El pedido de los científicos cayó en saco roto.

A tres años de este primer intento por proteger 124 especies maderables, Mongabay Latam tuvo acceso a un nuevo informe científico elaborado a fines de 2017, a pedido del Serfor, que pinta un escenario más complicado para el shihuahuaco.

El último diagnóstico
El más reciente capítulo de esta historia sucedió en octubre del 2017, cuando un grupo de científicos, entre botánicos y biólogos, fue convocado en octubre de 2017 para elaborar nuevamente la categorización de las especies de flora silvestre amenazadas.

Para este nuevo estudio, los expertos usaron como base los anuarios de extracción forestal del Serfor, además de dos informes trabajados por Osinfor: el modelamiento hecho en el 2013 de la distribución del shihuahuaco para determinar sus probabilidades de existencia en la selva peruana y las cifras de extracción ilegal, para tener un panorama más claro sobre el estado actual y el  futuro de esta especie.

El diagnóstico arrojó resultados más preocupantes que los del 2015. Según la ficha de categorización de la especie entregada al Serfor, el shihuahuaco se encuentra en Peligro Crítico, la categoría de amenaza más grave de la UICN.

La misma ficha establece también que entre el 2000 y el 2015 se extrajeron más de 2 millones 994 mil metros cúbicos de madera, es decir, alrededor de 309 955 árboles de shihuahuaco con más de 55 centímetros de diámetro. Este cálculo se hizo utilizando las conversiones y densidades reportadas para la especie en investigaciones científicas realizadas en Loreto, Ucayali y Madre de Dios.

La medida mínima de corta para esta especie es de 51 centímetros, lo que significa que los shihuahuacos fueron talados cuando tenían entre 250 y 300 años en pie. Además, el informe estima que en un período de 10 años se extrajeron en promedio 74 árboles por día.

Pero el estudio aporta más información relevante. Valiéndose de las cifras de extracción del 2006 al 2015, los científicos pudieron realizar una proyección sobre lo que podría pasar con el shihuahuaco en los próximos diez años, si se mantiene el mismo ritmo de extracción. Y estimaron que para el 2025 se habría agotado el 88% de los árboles de shihuahuaco en Ucayali; y si se ve a Loreto y San Martín en conjunto, se superaría la extracción total de la especie, al alcanzar un 146%. En el caso de Madre de Dios, la reducción habría llegado a un 57% o hasta un 100%, dependiendo de la cantidad de árboles por hectárea que se encuentren en el bosque. En el resto del país la extracción hubiera llegado al 85%.

Todo este escenario corresponde a extrapolaciones y cálculos a partir de las investigaciones que existen, que no son numerosas. Algunos científicos citados en el informe fueron contactados por Mongabay Latam pero prefirieron no dar entrevistas.

Julia Urrunaga, directora de Programas Perú de la Agencia de Investigación Ambiental (EIA por sus siglas en inglés), sostiene que aunque solo existan indicios de que una especie está amenazada, a partir de estudios científicos, el Estado tiene el deber de adoptar medidas de salvaguardia. “Que no haya estudios suficientes no imposibilita al Estado de actuar hasta que se consiga la data que garantice la sostenibilidad de la especie”, asegura.

Lo que señala Urrunaga es parte del principio precautorio de la Ley General del Ambiente, donde se señala que ante peligro de daño grave o irreversible, “la falta de certeza absoluta no debe utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces y eficientes para impedir su degradación”.

El biólogo y ecólogo Ernesto Ráez Luna señala que la condición de amenaza ha quedado demostrado dos veces por la comunidad científica. “Ante una señal de peligro, no se puede optar por seguir depredando la especie y que su sostenibilidad dependa de lo que exista en las áreas naturales protegidas”, comenta.

El experto propone que se realice una mesa de trabajo entre el Serfor, las empresas y un panel de expertos para que desarrollen una “metodología de corroboración” del estado del shihuahuaco, lo que debería garantizar su conservación. El objetivo, señala Ráez, es que el shihuahuaco no corra la misma suerte que el cedro o la caoba, altamente consumidos en el pasado y con escasa presencia en la actualidad.

Madera Sucia es una investigación transnacional coordinada por Mongabay Latam y Ojo Público en alianza con El Espectador y Revista Semana de Colombia, El Deber de Bolivia, Connectas de México, Revista Vistazo de Ecuador e InfoAmazonía de Brasil. 

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