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Una escuela de origen holandés, Niños del Arcoíris, funciona en Urubamba, Cusco, atendiendo a más de 100 menores de inicial y primaria.

 

Subiendo entre las calles afirmadas de Urubamba, no muy lejos del centro del distrito, con el fondo de montañas imponentes y rodeada de eucaliptos altísimos, encuentras Fundación Niños del Arcoíris, una escuela que trabaja en reforzar valores en los niños, para formarlos como agentes de cambio.

Helena van Engelen nació en Holanda en 1949 y el 2001 sintió el llamado de devolver algo de lo recibido a la vida. Así vino al Perú y fundó Niños del Arcoíris, con el fin de restaurar en la gente cusqueña esa dignidad herida durante años a través de la educación, la alimentación, la asesoría de asistentes sociales y el amor.

Inicialmente, la fundación ofrecía carreras técnicas para quienes terminaban el colegio en Urubamba, pero no era un instituto oficial. Eso cambió y hoy es un colegio de inicial y primaria que recibe a más de 100 niños cada día. Vemos un par de clases, una en un salón muy bien implementado y otra en el jardín, con varios niños sentados en el pasto bajo hermosos árboles. Están en clase, haciendo videos con tablets gracias a un convenio con Fundación Telefónica. Aquí todo se basa en formar niños con valores sólidos, por lo que se ha creado el reto del agente de cambio: cada niño que cumple con distintas metas es premiado por hábitos saludables, ecológicos, algún talento, sus valores, ser puntuales y, por supuesto, estudiosos. Ellos, felices, muestran sus pins en la casaca.

Converso un rato con Nicholas de 11 años, que lleva solo un año aquí, y con Santos, de 12 años, que ha hecho casi todo el colegio en Fundación Arcoíris. Ambos se sienten orgullosos de sus logros y agradecidos con la escuela. Nicholas me cuenta que ha aprendido a ser puntual y que eso es muy importante. Santos que es feliz aquí con el apoyo de los maestros y amigos que ha hecho. Él ya se va este año –no hay secundaria aquí (al menos no aún)– y debe partir a otro colegio de Urubamba.

Haiko y su esposa Erika, a cargo de la fundación hasta el día que fui, me comentan que la fundación recomienda escuelas y algunos niños incluso se van becados a colegios privados. Me quedo pensando en lo difícil del cambio y, aunque ellos hacen un seguimiento de los niños, me comentan que recién han salido tres promociones de su escuela, así que no hay aún un récord del efecto post. Eso se irá viendo pronto.

Por lo pronto, es un hogar mágico este K’uychi.

Entrevista: ‘Buscamos que los niños se sientan cómodos aquí, que esto sea un hogar’

Haiko es holandés, y si bien colaboraba desde su país con la Fundación Arcoíris, nunca pensó que dar la mano por unos días se convertiría en meses y luego en tres años y medio. Nos conocimos a fi nes de octubre. Él y su esposa Erika Coronado (peruana ella y también colaboradora de la fundación en holanda) se estaban regresando a Europa dando por terminada su labor en el Cusco.

¿Cómo llegas a Urubamba?

Helena (la fundadora) se regresó a Holanda hace un tiempo por motivos personales y nos pidieron dar una mano por acá. Nosotros estábamos recién casados, pensando en que nuestro siguiente paso sería tener hijos. Aceptamos la propuesta, vinimos por poco tiempo, y pasaron tres años y medio. Siempre tuvimos en mente que esta fundación debía pasar a ser manejada en el Perú con el apoyo que viene desde Holanda.

¿Cómo se financia Niños del Arcoíris?

Conseguir financiamiento local es muy difícil. Prácticamente todo el apoyo viene de empresas y personas que donan desde Holanda para la fundación. Puede ser un monto pequeño, una sola vez en la vida… También hay empresas grandes que financian proyectos puntuales. Tenemos un hospedaje, pero ese ingreso no es tan alto. Y un restaurante que recibe grupos grandes de turistas, que buscan no solo viajar, sino también conocer y ayudar. (Y nos lleva a ver el espacio creado para los niños. Toboganes, columpios que se mueven con el viento, un molino holandés, y se ríe. “Lo iban a sacar pero pedimos que se quede, es holandés y en los Andes. Es la mezcla perfecta”). ¿Trabajan con voluntarios? Por el momento no, a menos que sea una propuesta armada muy puntual. Hay muchos viajeros que buscan dar una mano a cambio de tener un techo, pero aquí la logística está ya en funcionamiento. Hemos tenido voluntarios, sí, pero no es un proceso usual.

¿Qué más ofrece la fundación?

 

Trabajamos con albergues de niños en situación de abandono en Urubamba, como con la organización Munaychay-Corazones para Perú, que traen diariamente niños a clases. También tenemos un puesto de salud de medicina general y odontología, que atiende un par de veces a la semana a personas de recursos limitados. A veces los padres que vienen de lejos a traer a sus niños aprovechan para atenderse allí. Y contamos con un bus que trae a los niños a la escuela. Los de lugares más cercanos vienen caminando. Buscamos que los niños se sientan cómodos aquí, que esto sea un hogar, no solo una escuela.

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