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“Varias empresas han posicionado la sostenibilidad y responsabilidad social como estrategia transversal de negocio”, señala Barrionuevo, gerenta de Responsabilidad Social de Prima AFP

 

La agenda 2030 y su objetivo de “lograr un mundo donde nadie se queda atrás”, que se hace tangible en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), representa un enorme reto para el desarrollo socioeconómico de nuestro país, que sin duda requiere –entre otros– del compromiso y la acción concreta del frente corporativo.

El ránking de cumplimiento de los ODS 2018 elaborado por Bertelsmann Stiftung and the Sustainable Development Solutions Network, ubicó al Perú en la posición 64 de 193, con oportunidades de mejora y desarrollo sustanciales tanto desde el Estado como desde el sector privado. Tremenda responsabilidad.

Desde el lado corporativo, varias empresas han posicionado la sostenibilidad y responsabilidad social como estrategia transversal de negocio, teniendo incidencia en diferentes ODS.

Por ejemplo, en el ODS 8 de Trabajo Decente y Crecimiento Económico al buscar el desarrollo económico sostenible realizando inversiones productivas o formando parte del Pacto Mundial, así como promoviendo la adopción de prácticas de Consumo Responsable (ODS 12), o tomando Acción por el Clima (ODS 13) y vinculándose a comunidades sostenibles (ODS 11).

Por otro lado, en relación al ODS 17, podemos destacar la labor que realiza el Programa de Inversión Responsable (PIR) en el Perú, que desde hace varios años viene trabajando en cambiar la cultura de inversión articulando y empoderando a los actores claves del sector financiero, mediante la promoción de políticas y prácticas de inversión responsable. Esto con el objetivo de desarrollar un entorno empresarial más competitivo y atractivo, contribuyendo al desarrollo sostenible del país y teniendo una visión de largo plazo. En el 2018, uno de sus grupos de trabajo elaboró y presentó los indicadores mínimos de Inversión Ambiental, Social y de Gobierno Corporativo (ASG) para el Perú, lo que representa un gran avance.

En línea al pilar de Inversiones Responsables muchos inversionistas locales han realizado avances sustanciales en cuanto al ‘screening’ negativo - no invertir en industrias prohibidas (por ejemplo, la industria armamentista); y apuntando a fondos temáticos de agua, ecología, energías alternativas, emisiones bajas en carbono y agronutrición.

Finalmente, quiero resaltar la labor del PRI (“Principles of Responsible Investment”), el principal promotor de las inversiones responsables en el mundo; fundado por un grupo de inversionistas institucionales a raíz de una iniciativa de la ONU en el año 2005, y cuyo objetivo central es asistir a sus firmantes en la incorporación de dichos principios en su toma de decisiones y deber fiduciario: actualmente, esta iniciativa cuenta con más de 2.000 firmantes y con más de US$100 trillones de activos bajo administración en el mundo.

Si bien hay un largo camino por recorrer, el camino está marcado.

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