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La zona reservada del mar peruano alcanza menos del 4 % de su superficie, aunque el compromiso del país es llegar al 10 % hacia el 2020.

 

El mar peruano está reconocido entre los más ricos del mundo. Con más de mil especies de peces, además de moluscos, crustáceos y algas, la riqueza marina se hace evidente en la gastronomía del Perú que ofrece una gran variedad de platillos, entre ellos el ceviche, en el top de la lista.

La corriente de Humboldt —una masa de agua fría que llega al mar peruano— aporta una gran cantidad de nutrientes y alimentos para los peces e invertebrados, generando así una gran biodiversidad a lo largo de los 3080 kilómetros de la costa peruana, no solo dentro de las aguas, sino también en el litoral. Esta característica se refleja en las cifras de  la actividad pesquera.

 

De acuerdo con el informe anual del Banco Central de Reserva del Perú, las exportaciones por pesca alcanzaron los 2533 millones de dólares durante el 2017. La mayor parte de estos ingresos provienen de la harina de pescado, el producto pesquero de exportación más grande de Perú que alcanzó 3.2 millones de toneladas el año pasado. 

Pesca sin control

El Perú posee la pesquería más grande del planeta basada en una sola especie, la anchoveta. Según el Anuario Estadístico Pesquero y Acuícola del Ministerio de la Producción del año 2016, casi tres millones de toneladas de anchoveta se desembarcaron ese año. El lugar de donde proviene la mayor parte de este recurso es Chimbote, en la región Ancash, que cuenta con alrededor de 60 plantas de harina de pescado. Aunque la anchoveta no es la única especie capturada para la industria, se trata de la más importante en términos de cantidad e ingresos económicos.

Pero no solo la pesca industrial mueve grandes cantidades de dinero. El Perú también  es uno de los mayores productores mundiales en términos de captura. La pesca artesanal para consumo humano es una actividad que se beneficia de la gran biodiversidad del mar y representa el 28.4 % del total de capturas marinas.

Pescados como el jurel, la caballa, el bonito y el perico, entre los más abundantes, así como mariscos entre los que destacan el cangrejo y los langostinos, forman parte de la dieta diaria de los peruanos y se lucen en esos platillos que han hecho tan popular a su gastronomía.

Sin embargo, esta bonanza marina permanece amenazada por la pesca ilegal.Juan Carlos Sueiro, director de Pesquerías de la ONG Oceana, señala que son tres los grandes problemas en Perú que ocasionan la pesca fuera de lo legal. En primer lugar, la incursión de algunas embarcaciones extranjeras en las  200 millas marinas, reservadas al Perú.

Un segundo problema se presenta con la anchoveta, debido a que parte de este recurso, que es destinado  para el consumo humano, termina siendo procesado como harina. “Hay una producción de harina de pescado ilegal, ya sea por empresas autorizadas o por plantas ilegales. Se calcula entre 120 y 150 mil toneladas de anchoveta cada año que jamás se registran”, precisa Sueiro.

La tercera fuente de ilegalidad proviene de un sector de la flota artesanal, principalmente de Piura y Tumbes, dos regiones al norte del Perú donde se extrae el 70 % de los recursos marinos que se consumen en el país. En estas regiones –explica  Sueiro– se capturan especies con tamaños por debajo de la talla mínima permitida que no ingresan por los puertos, sino que se desembarcan directamente en las playas y terminan en las mesas y los restaurantes del país.

Un mar sin protección

En Perú, menos del 4 % del mar está bajo algún tipo de protección o categorizada como zona reservada. Las Reserva Nacional de Paracas, la Reserva Nacional San Fernando y la Reserva Nacional Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guaneras son los tres espacios marinos que en total abarcan 639 282 hectáreas: el 3.9 % de la superficie marina peruana.

Pedro Solano, director ejecutivo de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) recuerda que el Perú tiene compromisos internacionales para reconocer, dentro de algún sistema de conservación, el 10 % de su superficie marina. “Nuestro compromiso establecido en las Metas de Aichi es alcanzar ese porcentaje, pero estamos lejísimos del 10 %. Si se compara con lo que ha hecho Chile y Ecuador estamos muy por debajo. Es grave para un país que se precia de ser una las pesquerías más importantes del mundo”.

Las Metas  de Aichi son 20 compromisos adoptados por los países firmantes de la Convención de Diversidad Biológica que deben ser alcanzadas para el año 2020.

Cumplir con lo pactado parece no estar cerca, pues la propuesta de creación de una nueva área marina costera, denominada Mar Pacífico Tropical, lleva varios años de discusión. Recientemente, la Ministra del Ambiente, Fabiola Muñoz anunció que su gestión se mantiene firme en la creación de la reserva natural marina frente a las costas de Piura y Tumbes, que debería  concretarse en el primer trimestre del 2019.

Muñoz aclaró además que la instalación de esta área protegida no impide el aprovechamiento sostenible de otras actividades como la pesca y los hidrocarburos. Una declaración que vino a responder lo que semanas antes dijo el presidente de la Sociedad Nacional de Hidrocarburos, Felipe Cantuarias, cuando  calificó a la Ministra de “desubicada” por anunciar la creación de Mar Pacífico Tropical.

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