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Dos de las catástrofes en Ancash por avalanchas tuvieron origen en un sismo. Especialista advierte que calentamiento global favorece el desprendimiento de bloques de hielo. En 50 años se ha perdido el 53% de los glaciares del país.

A las 3:23 p.m. de cada 31 de mayo hay silencio en la región Ancash. La peor tragedia de su historia, la peor de todo el Perú por un terremoto, ocurrió en 1970. A esa hora se registró el sismo de magnitud 7,9 frente Chimbote que en 10 minutos provocó el desprendimiento de un glaciar en el pico norte del nevado Huascarán y una avalancha de 30 millones de toneladas de lodo, hielo y piedras. De la ciudad de Yungay solo quedaron 4 palmeras en pie y apenas 300 sobrevivientes de una población de 25 mil personas. Ese día hubo en total 70 mil muertos.

A los enormes peligros que desencadenan los sismos de gran magnitud se suma el desprendimiento de glaciares, y Áncash es la región más expuesta. El calentamiento global hace aún más crítica la situación.

 

El coordinador del Área de Evaluación de Glaciares y Lagunas de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), Alejo Cochachin, explica que en los últimos 50 años se ha perdido el 53% de la superficie glaciar del país. Aunque el aumento de la temperatura los ha hecho retroceder hacia las zonas altas de los nevados, la ubicación de las lagunas en Áncash pone en riesgo a las poblaciones asentadas en las zonas bajas.

 

Un movimiento brusco o un cambio de temperatura puede favorecer el desprendimiento de enormes bloques de hielo adheridos a la roca. Hasta el 2019 había 493 glaciares que cubren una superficie de 431 km2.

 

“En la historia del departamento de Áncash han ocurrido más de 30 eventos catastróficos de origen glaciar, en dos escenarios el detonante fue un sismo”, explica a este Diario. El primero ocurrió en 1725 por un terremoto que produjo una avalancha que sepultó a 1.500 personas y el alud de 1970.

 

Población en riesgo

Pese a una historia impactada por el comportamiento de los glaciares, Cochachín advierte que en los últimos años se han poblado zonas de paso de un eventual alud.  “En Yungay se delimitó un espacio que no debería ocuparse, pero la población nuevamente ha empezado a construir viviendas en la parte baja del valle, que directamente podría ser afectado. La ciudad crece en espacios no recomendables”, dice.

 

En el caso de Huaraz, capital de la región, se estima que son 40 mil personas en riesgo ante un posible desembalse de la laguna Palcacocha (a 4.560 m.s.n.m.). El aumento en su volumen por el calentamiento global es un hecho.

 

“Huaraz ha sido una de las poblaciones que ha crecido en el cono aluvial. Palcacocha, por retroceso glaciar, ha llegado a incrementar su volumen a más de 17 millones de metros cúbicos”, explica. Es el más del doble del volumen que tenía en 1941 (8 millones de metros cúbicos), cuando el desprendimiento de un bloque del nevado Palcaraju sobre la laguna generó un alud que causó 1.800 muertes.

 

No es la única. Un reporte realizado por Indeci en julio de este año advirtió que existía “peligro inminente” de desembalse de la laguna Parón, en el distrito de Caraz. Si eso llega a suceder, una avalancha arrasaría con más de 22 mil personas.

 

De acuerdo con el Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña (Inaigem), en un escenario extremo, se registraría una avalancha proveniente del glaciar Hatunraju, que impactaría directamente en la ciudad de Caraz y centros poblados aledaños, ocasionando además de pérdidas humanas, daños económicos por más de 300 millones de soles. Inaigem informó a este Diario que se tiene programada tareas de socialización presencial con la población para el 2022.

 

Cochachín agrega que un mecanismo para prevención de un evento de esta naturaleza es el Sistema de Alerta Temprana que permita evacuar a tiempo a la población ante aluviones. Por ahora, se ha implementado uno en la laguna 513. En Palcacocha hay otro en etapa de prueba y calibración. Para Cochachín se necesitarían sistemas de alerta ante aluviones en por los menos otras 19 lagunas.

 

El desprendimiento de grandes bloques de hielo es casi cuestión de tiempo con el calentamiento global, si un terremoto no acelera el proceso.

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